Hola Manolo,
Estoy pasando una situación de desconcierto porque mi mujer, que hasta ahora iba de flor en flor (mejor dicho, de capullo en capullo), asegura que se ha enamorado. Antes de conocer a ese hombre ella repetía el mismo proceso con todos sus amantes: los conocía, follaba con ellos una temporada, luego los invitaba a cenar a casa (yo les servía la mesa) y finalmente echaba un último polvo en nuestra cama. Ese último polvo era especial porque, como despedida de morbo extremo, dejaba que la penetrasen por detrás. Luego los tios quedaban prendados de su culo y ella los hacia sufrir con su indiferencia. No te puedes imaginar la de emails que tenemos solicitando encularla de nuevo, le prometen de todo.
Por lo visto, su ritual consistía en esa última relación que ella, de repente, se ponía a cuatro patas sobre la cama, y decía alguna frase provocativa, dando a entender lo que ofrecía. Todos, claro está, se apresuraban a agarrarla de la cadera para petarle el culo. Pues bien, con ese último hombre fue especial, yo ya lo noté por la forma que hablaba de él, por la cena que tuvieron... Nada, que llegado el momento del ofrecimiento anal, el tio no la folló como un desesperado, sino que la sentó sobre su polla y se la metió por el culo y besándola a la vez. Qué tontería, ¿no? Pues mira como es ella, que me dice que sintió algo indescriptible, mezcla de deseo, morbo y ternura, y ahora el tio este la folla como un loco por el culo a diario... ¡y en nuestra cama! Como a mí me va el rollo, me hacen chistes sobre si me van a sacar de casa o no, sobre si iré a su boda, sobre si seré siempre testigo de su amor, etc. ¡y cojones que consiguen hacerme sufrir! Por eso estoy desconcertado, celoso como una mona y a al vez, deseoso de verla a ella cabalgar sobre la polla con el culo, jurando que es el hombre de su vida. ¿Qué piensas de todo eso, Manolo?
A tus pies,
Jose