Al igual que hacían mis maestros, permitid que cuente mis aventuras nocturnas (lo único con que llenaré mi vida a partir de ahora). Esta chica, a la que yo llamo Marta, se mueve tal como vino al mundo en los locales de ambiente. Su marido, bastante mayor que ella, me la entrega y me hace ser su protector y Cicerone (con derecho a peaje, claro).
Para mí, la noche más emocionante fue cuando descubrí que a Marta le encantaba ser azotada antes de entregarse. Así lo hice, y me ayudé de la colaboración de algunos espontáneos (esos que siempre están en las barras de los locales). Adivinad, pues, a qué se debe que en las nalgas, el color azulado de su piel aparezca en esta foto ligeramente más claro que el resto. Ay, los efectos de Photoshop, ¡Qué matices nos hacen descubrir!