Debo confesar que he hecho muchas salvajadas y que he rozado el cielo del morbo con los dedos. Pero tengo algo pendiente con las bodas. Es cierto que he acudido a varias despedidas de soltera como corneador autorizado, es decir, que el futuro marido y la futura esposa ya acordaron que yo me la encontraría y la follaría aquella noche, delante de sus amigas algunas veces, y de la manera más humillante posible. Siempre he vigilado de que no tomasen fotos las colegas, pero siempre me he ocupado que comprobaran cómo podía ser de guarra su amiguita. Comidilla no les ha faltado nunca.
Sin embargo, lo que nunca he hecho ha sido cepillarme a la novia el día mismo de la boda. En la celebración, hacer un aparte con ella y tirársela con el traje puesto tiene que ser más excitante que sodomizar a un oso polar.
Una pareja me contó que lo que sí hicieron fue ser corneados en la fiesta posterior a la boda. Ella acudió con el vestido de novia a la celebración y en un momento que fue al lavabo, acompañada por una amiga íntima, ésta abrió la puerta, hizo una seña al corneador y les fotografió en plena cópula. Reportaje maravilloso que hizo que el marido manchara el techo de casa al pajearse.
1 comentario:
Pues...también es una de mis fantasías!!!! Quién sabe, si me caso con mi novia igual haces los honores jijiji.
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