sábado, 27 de agosto de 2011

Pareja sometida (6): la reunión del clima laboral


Hola Manolo,
A la vuelta de vacaciones han enviado a la empresa de mi mujer una asesora que no se entera de nada y que insiste desde que llegó en el buen clima laboral. Por lo que se ve, el jefe la tiene con ellos porque un cliente le pidió que le diera una oportunidad. El jefe le dio coba y convocó una reunión con los directivos de confianza, es decir, aquellos que sabían que mi mujer estaba disponible.
La asesora les aburrió a todos con una presentación, que finalizó con una sonrisa y un slogan. Entonces el jefe, para sopresa de todos, le dijo que seguirían sus consejos a rajatabla y que ya podía irse. Le insistió que tomarían medidas y miró con complicidad a mi mujer. Esa mirada bastó para que la sala se llenara de rumores (te los puedes imaginar, ya que algunos habían oído lo de mi mujer pero todavía no la habían probado).
Cuando quedaron sólo mi mujer y los directivos de confianza, el jefe soltó la siguiente burrada:
-Vamos a tomarnos en serio lo de crear buen clima -se dirigió a ella-. Hoy estarás hasta las 2 en tu despacho, completamente desnuda, ¿entendido? Ya puedes ir para allá...
Mi mujer se puso roja de vergüenza y, como impulsada por un resorte, se levantó y salió a toda prisa con la cabeza gacha. Luego cayó en la cuenta que su rápido movimiento fue totalmente malinterpretado por el grupo, ya que entendieron que estaba ansiosa por obedecer la orden. Este pensamiento la excitó y le hizo perder casi el control, las manos se le pusieron a temblar y no acertaba a desabrocharse la blusa. Al poco tiempo estaba medio desnuda y andando de un sitio para otro del despacho, porque no sabía si tirar la ropa en el suelo, colocarla en el perchero, sobre la mesa... No tuvo demasiado tiempo para dudar porque la puerta se abrió.
Era uno de sus compañeros de trabajo que nunca le había tocado ni un pelo. Ella estaba segura que siempre la había deseado, pero no lograba imaginarse de qué manera. El compañero se acercó primero avergonzado, pero luego tomó aire y se atrevió a acercarse a ella. Mi mujer se esperaba algo romántico, dudaba, temía pensando que quizá no se atrevería, pero quedó congelada cuando oyó claramente lo que el hombre le susurraba al oído:
-A cuatro patas, como una perra.
-Joder... Miguel... Me dejas de piedr...
-Y nada de ropa, desnuda completamente. Me han dado sólo treinta minutos...
Para mi mujer el tono exigente de quien se suponía rendido a sus encantos fue como un mazado en la cabeza, la dejó turbada, confusa del todo y, por encima de todo lo demás, excitada al rojo vivo. Se puso a temblar, entró en el juego del varón dominador y se quitó la ropa por completo, la dejó caer en el suelo.
Luego se colocó sobre el sofá del despacho y se le ocurrió una idea maliciosa: suplicar.
Excitada por su ocurrencia, le miró con cara apenada y le dijo:
-Por favor, por favor... sé suave... suave... Por favor...
Nada más decirlo observó la bragueta abierta del compañero y la polla más tiesa que el mástil de la Perla Negra. El tio la agarró por las caderas y empezó a gritar:
-¡Puta! ¡Puta! ¡Puta!
Los gritos se oían desde fuera del despacho. Tanto los de él como los de ella.




1 comentario:

Anónimo dijo...

una foto fantastica, sobran palabras...