domingo, 25 de mayo de 2008

Locales de ambiente


En los locales de parejas todo el mundo tiene la nefasta costumbre de la rentabilidad. Para muchos hombres, ir a un local de estos consiste en meter mano como un loco a todas las mujeres que se pongan por delante a cambio de ofrecer un poco la suya.

La parejas que van conmigo, en cambio, son generosas y gozan realmente cada uno de ver al otro siendo usado. Una vez senté al cornudo a los pies de la cama colectiva (siempre hay una en estos sitios) y entregué a su mujer a todo el mundo. Ni siquiera toqué yo a otra chica. Me excité con él viendo como usaban a la madre de sus hijos, una treintañera de buen tipo que había dado a luz dos veces. Me senté junto al cornudo. Le obligué primero a masturbarme como si fuera mi esclavo, olvidándose de su placer. Luego le hice tragar mi rabo en la medida que pudo. Y, finalmente, llamé a la mujer y la penetré mientras le hacía lamerme el culo. Inolvidable (por mucho que lo repita, siempre es distinto).

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